17/01/10

El conejo blanco


Si pidiésemos a un alumno de secundaria que nos dibujaría su concepto de escuela, con muchas probabilidades nos encontraríamos con una mastodóntica figura mitológica con la cara retorcida hacia atrás atrapada con cadenas de prejuicios a la roca del pasado.Hoy en día muchos hablan de la “sociedad de la información y del conocimiento” sin darse cuenta que en realidad esta es accesible sólo a pocos, respecto a todos los que, para un motivo o para otro, no pueden, no consiguen, no quieren acceder a ella.

Todo pone en oposición la escuela a los medios, estos dos titanos papeles competitivos de transmisión de la cultura y de la in-formación de sujetos individuales y sociales. En principio saberes mediáticos y saberes escolásticos están en contraposición, proponiendo “culturas” diferentes: en las aulas el saber está seleccionado y pre constituido, al contario los medios de comunicación constituyen un mundo abierto a las influencias del exterior abarcando todos los “registros” de la cultura.La dictología sinonímica es una figura retorica que nace del encuentro de dos palabras complementarias y símiles por sentido: educar y comunicar. Socráticamente ayudar a “parir” el conocimiento y poner en “común” este saber. Joan Ferrès i Prat evidencia como la revolución del entorno, debida a la difusión de telefonía digital, televisión i “nuevas pantallas”, está cambiando las formas de aprendizaje y, obviamente, el conocimiento es, cada día más, el resultado de un practica cooperativa entre estos dos grandes escenarios que comparten los mismos actores: los contextos de aprendizaje salen desde la aula para penetrar en un nuevo “espejo de Alicia”: la pantalla. Y en es nuevo “País de las Maravillas” el Conejo Blanco: el educomunicador, que es alguien consciente que una educación se sitúa más allá de la adquisición de saber escolar y que ve en los medios una riqueza para sus contenidos y también para la forma en que ellos dan una representación del mundo. Está convencido que la “visión” no es un acto “pasivo”, en cambio movilita cantidad de “micros saberes” acumulados y que él, docente, puede ayudar el alumno a construir su saber. Sin embargo, antes de la proliferación de fuentes de información y conocimiento el educomunicador debe desarrollar una competencia conceptual, instrumental para construir una representación del mundo, no “objetiva”, tal como hemos creído durante mucho tiempo, más bien “relativa”, adaptándose a diferentes situaciones. Al paradigma de la transmisión de conocimientos sigue un modelo interpretativo y relacional del saber: la preocupación cognitiva está acompañada por la preocupación política de la educación: la educación en los medios como apuesta para la democracia.